viernes, 18 de enero de 2013

Ganadores relatos de terror: primer premio

Lo prometido es deuda. Durante estos días iremos colgando los tres relatos ganadores del concurso de la "Semana del terror" de hace ya un mes. Comenzamos por el ganador, a cargo de David Garcés Calvo, de 3º ESO A, titulado ¿Mi sueño? Tu muerte. Inquietante, turbador y oscuro. Ahí va:

    Fue una noche agitada, era mi primer asesinato. A mis 36 años no había tenido ningún problema con nadie, era un conocido abogado con un pequeño piso en la calle Serrano y mi oficio me permitía vivir desahogadamente pero, últimamente los traficantes y las lumias iban en aumento y ya estaba harto de soportar esa situación.
     Paseo por la calle Montera de Madrid, concurrida de día y poco visitada de noche. Empecé a deambular por la zona hasta encontrar a una de esas mujeres que venden su cuerpo en esta calle. Me repugnan, la ciudad está sucia y nadie hace nada por impedirlo. Si la policía no hace nada lo haré yo. 
 
    Contraté sus servicios y nos fuimos a un motel cercano, usé un nombre falso por supuesto y pagué en efectivo, nos alojamos en la habitación 251. Cerré la puerta con llave al entrar y empecé a desnudarla besando todo su cuerpo, la tiré sobre la cama y me tumbé sobre ella acariciando su piel desnuda cuando de la gabardina, que todavía no me había quitado, saqué con un movimiento rápido y silencioso la vieja navaja que mi abuelo me regaló en su lecho de muerte. Con un movimiento fugaz tapé su boca con mi mano izquierda y con la derecha le asesté un corte en su delicado cuello de cisne. La sangre empezó a resbalar por mis manos tan pura, tan ardiente... dejando por fin ese cuerpo corrupto sin vida. Era una sensación tan placentera... su respiración duró poco, dejó escapar un último suspiro y finalmente falleció.
      Mi primer asesinato, mi primera obra de arte, pero no la última. Saqué el cuerpo ya sin vida de la habitación y lo dejé en la puerta de otra cercana, limpié la habitación a conciencia sin dejar ni un sola gota de la sangre de esa vulgar lumia y una vez estuvo todo limpio salí del motel sin que el recepcionista me viera. Nunca más volví a saber nada de aquel asesinato. Mi único recuerdo fueron los sueños que tuve, donde se repetía una y otra vez la misma escena en la que le daba muerte.
     Pasaron los días y no apareció en las noticias, nadie llamó a mi puerta, todo transcurría normal, lo que me dio fuerzas para seguir con lo que yo denominaba “mis obras de arte”; toda la sociedad es impura y yo debo limpiarla. Ya era hora de subir un escalón más en esta repugnante sociedad, mi segundo objetivo fue fácil de escoger, pero necesitaba algo más que simplemente cortarle el cuello. Era un ama de casa cansada y frustrada, la vi en varias ocasiones discutiendo con su marido en un taller de la calle Alcalá del que, según descubrí mas tarde, él era el dueño.

      Pasé varias veces por esa calle hasta que un día vi a su mujer salir del taller rápidamente y visiblemente enfadada; comencé a seguirla hasta alcanzarla y luego le dije que era un amigo de su marido, que había oído la discusión y que me gustaría invitarla a un café para poder hablar de lo ocurrido minutos atrás en el taller. Titubeó unos segundos, pero finalmente aceptó. Alegué no conocer la zona para que ella eligiera el lugar, quería crear un ambiente ameno y de confianza y esa me pareció una buena manera de empezar. Caminamos hasta un bar cercano y pedimos un par de cafés, empezó a contarme los problemas que tenía con su marido hacia los cuales presenté mucho interés aunque en realidad todo era mentira. La confianza era alta pero no suficiente para que aceptara venir a mi casa todavía. La charla era relajada y grata por ambas partes, pero me dijo que debía irse para preparar la cena a su marido e hijo. Le ofrecí la posibilidad de volver a tomar algo a lo que aceptó sin dudarlo un instante. Nos citamos en el mismo lugar unos días más tarde, días que aproveché para preparar mi segunda “obra de arte” cogiendo un viejo tablero que guardaba en el trastero. Le hice 8 agujeros lo suficientemente grandes para poder pasar cuerdas por ellos, todo estaba listo y preparado y todavía me quedaba un día libre que aproveché para averiguar un poco más sobre ella y notar que las disputas con su marido eran casi constantes; cada vez que me acercaba al taller estaban gritándose hasta que ella se acababa marchando.
    Llegó por fin la noche deseada, era una noche oscura y sombría, hacía unas horas que había parado de llover, por lo que aún se sentía la humedad muy presente en el ambiente, me acerqué al bar de nuevo esperando no conseguir más que la tarde pasada pero me sorprendió; el local por la noche tenía una pequeña discoteca y ella vestía un traje largo de noche que le quedaba realmente espectacular. A pesar de su avanzada edad he de admitir que era verdaderamente atractiva, pero eso no debía nublar mi objetivo. No era mas que un ser infeliz que, inconscientemente, vino a mí buscando su purificación. La saludé con un par de besos de cortesía y nos adentramos en el local. Estaba oscuro y lo único que se podía ver era gente bailando iluminada por una gran bola de discoteca. Quizá fueron las bebidas, quizá fue la atmósfera de aquel lugar, pero la noté más suelta, relajada… y empecé a notar señales de atracción hacia mí, pero no seguro de ello y por miedo a tirar todo el trabajo a la basura me limité a actuar con normalidad y a esperar. 
      Las señales cada vez eran más notables y cada vez estaba mas embriagada por el alcohol, la atracción era clara así que aproveche la situación y la besé lo cual no lo rechazo incluso respondió gustosamente. La saqué del local y la llevé hacia mi casa, que no estaba lejos de allí, mientras seguía besándola y acariciando su piel. Llegamos en pocos minutos, le desgarré el vestido y la cogí en brazos llevándola hasta la bañera ya preparada para la ocasión. Al llevarla en brazos no se dio cuenta hacia dónde nos dirigíamos, por eso no esperaba lo que le iba a pasar. Me metí en la bañera con ella todavía en brazos, era muy grande y espaciosa así que cabíamos sin problema, la tumbé sobre la tabla y la até de pies y manos. Empezó a sospechar algo preguntándome que qué pasaba, qué hacía, pero simplemente me limité a introducirle un pañuelo en la boca y empecé mi pequeña tortura conocida como “la gota china”. Su desesperación aumentaba por momentos y eso me encantaba: cada cinco segundos caía una gota sobre su frente. En unas horas su alcoholismo se había disipado y se agitaba fuertemente sobre el tablón con un muy notable pánico en su mirada esperando encontrar en mis ojos un poco de compasión pero, solo encontró ira y despreció.
     Pasaron las horas y su pánico se convirtió en terror, sabía que su muerte estaba cerca, era su fin, tras cuarenta y tres horas sin quitarle ojo de encima terminó muriendo de un paro cardíaco. Fue tan placentero... no derramé ni una gota de sangre y fue aún más dulce que la vez anterior. Ver la desesperación por vivir de esa mujer durante horas, ver como caía agua sobre su frente y no poder beber, ver como durante horas no podía dormir, la locura a la que la llevó fue un magnífico regalo por mi trabajo y me arrepiento de haber sido tan simple con mi primera víctima aunque, sentir su sangre resbalando por mi cuerpo fue algo inolvidable pero mejor hubiera sido verla volverse loca de desesperación como mi segunda víctima; simplemente maravilloso.
      Oigo pasos que se acercan paran junto a mí y una voz firme pero calmada me dice: Bien Álvaro, has acabado tu terapia, ya estás totalmente curado, en unas horas llegarán tus familiares a recogerte y podrás marcharte definitivamente del centro psiquiátrico. Mi historia acaba aquí. Lo único que me alimentó estos años fue el deseo de al fin poder salir a la calle y hacer que mi víctima no solo sean letras sobre un papel sino que sean reales. Al fin dejo el papel y el bolígrafo, ya no los necesitaré más, es la hora de escribir mi historia con la sangre de mis víctimas, es la hora de que los asesinatos que estos años escribí se hagan reales, es la hora de cumplir todos y cada uno de los sueños que estos años guardé, es la hora de purificar este mundo corrupto, es la hora de tu muerte.
       Todas mis fantasías serán reales ahora. 
       Realmente soy un soñador práctico; mis sueños no son bagatelas en el aire. Lo que yo quiero es convertir mis sueños en realidad.

Mahatma Gandhi