martes, 10 de diciembre de 2013

Segundo accésit: La noche oscura

Llega el segundo accésit del concurso. Su autor es Abdessadek El Bassite, de 4º de Diversifiación, con el relato La noche oscura, que poco tiene que ver con la otra noche oscura de San Juan de la Cruz... La imagen y la música tampoco guardan relación con el relato, pero nos gustan.



                     Edvard Grieg: Peer Gynt, En la gruta del rey de la montaña, op. 46.

    A principios del verano mi familia y yo decidimos ir a vivir unos días en una cabaña entre los árboles. A la mañana siguiente mi hermano Frank, mis padres Ana y Pedro y yo recogimos todas las cosas que necesitábamos durante esos días, salimos de casa a las diez de la mañana y no tuvimos ningún problema durante el viaje. Llegamos por la tarde, y como ya era casi de noche, habíamos dejado el equipaje como estaba, pasamos esa noche en un motel que había cerca de la cabaña. Cuando amaneció nos fuimos inmediatamente a la cabaña: era muy bonita pequeña y de color verde; entre todos bajamos el equipaje y lo ordenamos. Sobre las dos de la tarde ya habíamos terminado todo el trabajo. 
     Mientras que mis padres hacían la comida, Frank y yo estábamos con ganas de ver el lugar, los animales, las otras cabañas…, así que nos fuimos a dar una vuelta, pero teníamos un poco de miedo porque no conocíamos el lugar. Tras dar esa vuelta, cuando regresábamos a casa conocimos a una chica conocida Akeita, era una chica simpática, rubia, ojos azules y un poco más alta que yo. Se veía que esa chica no tenía miedo a ninguna cosa... Se acercaba la hora de comer, volvimos ya cansados, comimos y nos echamos la siesta. Dormimos un rato y mi madre me levantó diciéndome que Frank salió solo. Entonces salí corriendo, sabiendo que se iba a perder, pregunté a mucha gente pero no lo habían visto. Entonces me fui a la cabaña de Akeita y ahí estaba mi hermano. 
     Pasé mala tarde y dormí como un oso, me levanté un rato para ir a beber agua en la cocina. Mientras volvía a la cama oí un grito enorme, me asomé a la ventana y vi a una chica vestida de blando mirándome fijamente; se me pusieron los pelos de punta, volví a la cama a toda pastilla, tapándome con la sábana, creía que haciéndolo se me pasaba el miedo pero me confundí, quedé rezando un buen rato y al final pude dormir. Cuando amaneció les conté a mi familia lo que vi, pero me decían que era una pesadilla. Salimos a jugar Frank, Akeita y yo al escondite, ellos se lo pasaron bien pero seguía pensando en los de ayer. Nos aburríamos de tanto jugar al escondite y pedimos permiso para dar un paseo entre los árboles de aquel lugar. Frank y Akeita no se habían cansado de andar, pero yo sí y les pedí dormir en el pie de la montaña. Aceptaron esa idea y cada vez que digo la palabra dormir recuerdo a esa chica vestida de blanco. Esa noche a ratos me despertaba para ver si venía pero no coincidimos ninguna vez, tenía la sensación de que me seguía. 
     A la aurora no levantamos para volver a la cabaña, pero Akeita no estaba, Frank gritaba y gritaba llamando a Akeita. Le pedí a Frank que me siguiera por detrás de mí para que no se perdiera, buscando y buscando en esa silenciosa mañana y muriéndonos de miedo, no podíamos regresar a las cabañas sin Akeita. Me giré para ver cómo se encontraba mi hermano pero no estaba, me puse nervioso, me puse a llorar  mientras no paraba de mirar a todos los lados.

     Quedaba un poco para anochecer, busqué un lugar seguro para que no me atacara nadie, no quería dormir, me quedé vigilando a ver quién era el que se llevaba a las personas. Tras un rato de vigilar vi otra vez a esa chica vestida de blando, tenía unos ojos grades y oscuros. Sentí que me había visto; cada paso que daba, más miedo tenía, cuando estaba al lado de mí, estaba a punto de morir.

-¡Hola! Dijo ella. Yo medio muerdo le dije:

-Hola.

-¿Tienes miedo?

-Sí.

Tras esa conversación ella no dijo nada más, me miraba pero yo no me atreví a mirarle más, metí mi cabeza entre mís pies me calle, oí una voz que decía "¡no te muevas, déjale hacer todo lo que quiera!". Cuando saqué la cabeza, ella ya no estaba. Me levanté y corrí y corrí a toda velocidad para alejarme de ese lugar; luego me encontré con mis padres que andaban buscándonos, les abracé a los dos, les expliqué todo lo que me había pasado. Mientras les estaba explicando y mirándoles fijamente se habían ido transformando en zombis, ¡no me lo podía creer!, no había otra opción que seguir corriendo, mientras corría vi a las cabañas y fui a pedir ayuda a los padres de Akeita. Toqué la puerta:

- ¿Quién es?

- ¡Auxiliooooo, socorrooo!

Cuando me abrieron la puerta vi que todos eran zombis y cuando me cogió el padre del cuello… me levanté y vi que era mi madre la que me levantaba, era una pesadilla.

Me dijo mi madre que estaba gritando y hablando en la cama y yo feliz de que eso no era lo real la abracé y le conté lo que me pasó. Era aún de noche y por ello mi madre volvió a la cama, me levanté y fui a abrir la ventana para que entrara el aire, ¡mamáááá la, la chica, otra vez!...

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